Alfonso Márquez Ceballos

domingo, 8 de abril de 2012

LA MODERNA MESSALINA


MUJERES INEQUIVOCAS
Y DISTANTES


LA MODERNA MESSALINA

LOS DEMONIOS EN NUESTRAS ALMAS aparecen a cada instante.
Son inciertos y taciturnos. Fríos y obstinados. Egocéntricos y rebosantes
de cierta perversión. Nos incitan a esa vida mundana y de ingratitud.
De lujuria y adicción. De pasiones clandestinas. Al final, "la culpa" como
símbolo de auto-castigo o falsa redención.
-Y el amor...?.
¡Tonterías. Cuentos de Perrault! Ciencia ficción. Una palabra inexistente.
El romance no tiene cabida.
Podría decirse en un sentido figurado, que los vampiros seducen a sus víctimas.
Les muerden letalmente tomando su sangre hasta saciarse. Algunas de menos
privilegios seguramente serán abandonadas en algún oscuro callejón.
El enigma se hace presente cada vez más en nuestras vidas. Nos preguntamos
a través de ese espejo: Qué ocurrió. Dónde estamos?. El nos contempla silente.
Desnuda aún más nuestros cuerpos ya quebrantados por el frío de las gélidas
madrugadas. Tratamos de adivinar obstinadamente una respuesta, pero esta
siempre ha de ser la misma: la soledad de las almas.
 Nuevamente el desapego, la depresión, los excesos, las pastillas y las noches
de gran exaltación. Las risas se transforman en ruidos de vapor. Los magníficos
cuerpos se desdoblan como monstruos. La sensación ahora es de miedo y de
horror. Caminamos al final del laberinto donde todos gritan en silencio.  El
amor y la pasión han sucumbido en este mundo de absoluta negación.
 Las muñecas se exhiben con su aire de modernas Messalinas: ¡el siguiente,
por favor!. Después, llega el amanecer en aquella ajena habitación. Acompañadas
por el ronquido de otro anónimo Señor. Las próximas noches se impregnan
una y otra vez de sexualidad, humo de vicio, alcohol, perversión y sudor...
A la mañana siguiente, el Señor anónimo ya no se encuentra. Entonces, el
espejo observa el rostro de roído maquillaje. Cabello enmarañado y aliento
de desamor.
Ciudades que despiertan al afán de sus habitantes.
Entre grises, marrones y humo de motor.
Prendadas de cielos luminosos y otras veces atormentados.

 Nuevamente la belleza se vestirá de bambalinas un viernes por la noche.
¡Viva la seducción! ¡las pastillas ocultan el dolor. El dinero para gastarlo
hasta la saciedad. Y el alma que se joda, que más da!...
En vez de Romeo, aparecerá Barrabás.

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